jueves, 28 de febrero de 2013

45*

Odio los adioses sin beso, las despedidas que te dejan esa amarga sensación de "¿y ya?". Si, ya sabes, cuando sientes que no es suficiente, que no es justo, me merecía una despedida mejor, joder.
Porque... al fin y al cabo, ¿que son las despedidas? No son más que una parte del todo, el broche final, el que definirá la sensación que te acompañara hasta que le vuelvas a ver.
Las personas se pueden catalogar en dos grupos según sus despedidas.
Están los que se despiden y se marchan, pensando en otras cosas, en sus historias, en no tropezar con el escalón. Luego, estamos los otros, los que caminamos girandonos cada dos pasos, grabando su espalda en nuestra retina, prometiendo así que volveremos a vernos. Y mientras piensas "Girate, girate" te comes el escalón, tropiezas miras a ambos lados y cuando vuelves en busca de la espalda ya ha desaparecido.
¿Quien sabe si para siempre? Ten en cuenta que nunca se giro, no se hizo la promesa.
Puede que sean divagaciones estúpidas pero... ¿te giras? Eh, ¿te giras o no?